Las siguientes líneas las encontré entre los borradores de mi correo. Casi las había olvidado, pero hoy recuerdo bien cuando las escribí. Las vuelvo a leer con cariño, y así como a mí me hizo bien escribirlas en su momento, deseo que sea una pequeña lucecita en la oscuridad para quien las lea. La luz de un fósforo tal vez, pero ya es algo.
Cuando sientas que ya no podés más, está bien llorar. Está bien y es necesario, pero luego hay que continuar. Las lágrimas como un caudal intempestuoso te pueden arrastrar, y te pueden ahogar. El único salvavidas que hasta ahora encontré es decir "Gracias"
Gracias porque tengo una familia que cuidar.
Si tengo que barrer es porque tengo una casa.
Si hay platos y sartenes que lavar es porque tenemos comida.
Si hay pañales que cambiar y biberones que preparar, es porque hay vida.
Gracias por esas risitas y el llanto que retumban.
Gracias por el abrazo bajo las sábanas.
Gracias por el chocolate caliente y el mate en el invierno.
Gracias por el tereré de cada día compartido.
Gracias por las sonrisitas que me regalan mis niños apenas me ven.
Gracias por la música y el baile.
Gracias por el barullo y también por el silencio.
Gracias por los juegos en el parque.
No pretendo ni puedo ignorar que el trabajo es duro y pesado muchas veces. Tantas veces. Pero de nuevo, sólo puedo decir gracias porque puedo trabajar. Y a veces lloro de cansancio, no lo voy a negar. Ser mamá no es fácil, y ser mamá múltiple lo multiplica todo. Multiplica el cansancio, pero también el amor. No me quedaré pensando sólo en este momento que tal vez sea complicado, y ampliaré mi perspectiva. Me lo estoy diciendo a mí. Y te lo estoy diciendo a vos: Esto que estás creando es algo grande, es algo hermoso. Son dos vidas para regalar al mundo. Y más vale que esas vidas crezcan en el amor.
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